La historia de mi máquina de escribir de Paul Auster
Recuerdo que le mostré la máquina de escribir la primera vez que vino, pero no me acuerdo de lo que dijo. Un par de días después, volvió por casa. Yo no estaba aquella tarde, pero preguntó a mi mujer si podía bajar a mi cuarto de trabajo para echar una mirada a la máquina de escribir. Dios sabe lo que hizo allá abajo, pero nunca me ha cabido la menor duda que la máquina le habló.
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