Sunset Park de Paul Auster
Él, que tanto se ha negado a sí mismo durante tantos años, que tan intransigente ha sido en sus renuncias, que ha aprendido a dominar su temperamento y deambular por el mundo con un desapego terco y frío, ha vuelto poco a poco a la vida ante los excesos emotivos de Pilar, su apasionamiento, sus sensibleras lágrimas cuando se le muestra la imagen de un osito de peluche abandonado, una bicicleta rota o un jarrón de flores marchitas.
|