El nombre del viento de Patrick Rothfuss
[...]Pero Tárbolin conocía el nombre de todas las cosas, y todas las cosas estaban a sus órdenes. Le dijo a la piedra:"¡Rómpete!" , y la piedra se rompió. La pared se partió como una hoja de papel, y por esa brecha Tárbolin vio el cielo y respiró el dulce aire primaveral. Se acercó al borde, miró hacia abajo y, sin pensárselo dos veces, se lanzó al vacío... [...] Tárbolin se precipitó, pero no perdió la esperanza. Porque conocía el nombre del viento, y el viento le obedeció. Le habló al viento, y este lo meció y lo acarició. |