La soledad de los números primos de Paolo Giordano
Pero ahora Fabio quería un hijo y ella debía dárselo porque él consentía en hacer el amor con la luz apagada, desde la primera vez que lo hicieron en su casa; porque cuando acababa y descansaba sin decir nada, solo respirando, ella sentía que el peso de aquel cuerpo conjuraba todos sus miedos; porque aunque no lo amaba, él amaba por los dos y eso los salvaba.
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