Todos mis veranos los pasé en Galvana de Pablo Sierra
Y la guerra asoló la zona. Y es que en las zonas donde la tierra es poder y del vecino conoces hasta las enaguas, una guerra civil es un caramelo. Un dulce que utilizar para expropiar, robar y matar. Crearse un nombre. En los tiempos en los que denunciar era gratis y el tiro en la nuca una cotidianidad, qué fácil era decir que alguien era de uno u otro bando, acompañarle en su identificación, presenciar su fusilamiento y en agradecimiento por los servicios prestados, quedarse con sus tierras.
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