Uno de los antídotos de la soledad es el sexo. Esta práctica abunda en la obra dando resultados distintos. Los encuentros íntimos entre dos personajes unen sus cuerpos y, en ocasiones, sus corazones. Este lazo ahuyenta la sensación de desamparo con la que conviven. Sin embargo, en ocasiones hacer el amor no es suficiente. Las escenas sexuales como recurso que hilvana las historias de la obra se observan en «El talento de las moscas», «El dios de las camareras», «Los brazos vencidos» y en «Il mondo mio». Si bien todas ellas responden a una necesidad de sentirse acompañado por otra persona, la presentación del acto sexual varía. Los tres primeros relatos convergen en paliar la soledad con la consumación del deseo en parejas que toman caminos distintos. Pese a que sus relaciones se quiebren, el recuerdo de ellas permanece. El cuarto texto, en cambio, explora la necrofilia desde la ternura. La conexión entre dos personas no solo se aborda desde la mezcla de fluidos corporales como eje narrativo. El amor está ahí fuera. El enamoramiento habita algunos relatos desde la inocencia o como un relámpago que acelera los latidos del corazón de forma imprevista. Llega, anida en nuestro interior y sus raíces permanecen en nosotros el tiempo que recordemos a la persona amada. Es una píldora contra la soledad que nos transforma. Las caras del amor se reflejan en «Los amores posibles», «Rompeolas» y en «Algo que está por desaparecer». Anhelos de ser amados, parejas que empiezan a caminar juntas o la imagen del ser amado son narrados con minuciosidad y enfatizando el cariño que brilla en los personajes que aman en cada una de estas tres historias. Uno de los lugares comunes de las obras de ficción es el protagonismo superficial o profundo de escritores y escritoras cuyas apariciones pueden arrojar luz sobre los referentes literarios del autor o autora del texto. Sipán no es una excepción. «El dios de las camareras», «El efecto placebo», «Escupir sobre París» y «La jaula de Faraday» lo reflejan. En ellos se compara la vida sexual de Chester B. Himes con la de uno de los personajes de un relato, se escenifica el retiro a la naturaleza de Patricia Highsmith, se denuncian los clichés de aspirantes a contadores de historias o se reivindica la figura de Nelson Marra. Por ello, si bien los primeros cuentos giran en torno a las caras del amor, los dos últimos deconstruyen los mitos sobre los escritores y rinden homenaje a un autor uruguayo. Precisamente, en estos dos textos reside la belleza de usar el recurso narrativo de introducir en una ficción a autores que configuran la formación lectora de quién arma un relato. Introducirlos en una historia invita al lector, a su vez, a querer conocerlos si no lo ha hecho ya. Quisiera tener la voz de Leonard Cohen para pedirte que te marcharas viaja entre el amor, el deseo, la soledad y la pasión literaria. Lee la reseña completa en: https://elbohemiodehojalata.wordpress.com/ Enlace: https://elbohemiodehojalata... + Leer más |