Un hombre de Oriana Fallaci
Es preciso meterse en política para comprender que los hombres no valen nada, que les gustan los charlatanes, los impostores y los dragones. Uno se mete en la política lleno de esperanzas, de maravillosas intenciones, diciéndose a sí mismo que la política es un deber, una manera de mejorar a los hombres, y luego se da cuenta de que es todo lo contrario, que nada en el mundo corrompe tanto como la política, nada en el mundo malea tanto.
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