Esperando a mister Bojangles de Olivier Bourdeaut
Papá me llevaba al cine a menudo, así podía llorar en la oscuridad sin que yo lo viera. Lo que sí veía era que al acabar la película tenía los ojos rojos, aunque fingía no darme cuenta. Pero durante la mudanza se derrumbó dos veces y se puso a llorar en pleno día. Llorar en pleno día es algo totalmente distinto, otro nivel de tristeza.
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