Crudo de Olivia Laing
En los noventa, cuando era joven, había llorado y se había hecho cortes en la piel a la mínima oportunidad, le encantaba hundirse en la más absoluta miseria, pero ahora se había secado, se sentía serena y morena, plana como una tostada que nadie quiere, no exactamente apetitosa, no deseable, pero sí alimento para alguien, una paloma por lo menos.
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