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Un antropólogo en Marte de Oliver Sacks
"Pero cuando Virgil abrió su ojo, tras estar ciego durante cuarenta y cinco años [...], no había recuerdos visuales que sustentaran su percepción; carecía del mundo de la experiencia y del significado. Veía, pero lo que veía no tenía coherencia. La retina y el nervio óptico estaban activos, transmitían impulsos, pero el cerebro no les encontraba sentido." ('Ver y no ver', Pág.152).
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