Bruja oscura de Nora Roberts
Pero el hombre, también alto y hermoso, se mantuvo firme. Iona oyó su voz, el desafío que denotaba, aunque no las palabras, mientras mantenía al caballo al trote. Y algo dentro de ella se removió ante el simple sonido de su voz. Nervios, excitación, se dijo, porque el hombre tenía su felicidad en sus manos. Pero a medida que se aproximaban esa sensación aumentó hasta tornarse en un aleteo. La atracción le lanzó un puñetazo doble, al corazón y al vientre, ya que él era tan magnífico como el caballo. E igual de atractivo para ella. |