A las ocho, en el Thyssen de Nieves Hidalgo
Había leído cientos de novelas, disfrutando con las descripciones de esos álgidos pasajes románticos, soñando incluso que era ella la protagonista de alguna de esas aventuras. El momento presente, junto a Alejandro, nada tenía que ver con una situación novelada: en este encuentro no había nada de espiritualidad, nada de sentimentalismo, ninguna sensiblería. Era una atracción absoluta, con una carga erótica desbordante. La más leve mirada entre ambos provocaba en ella un remolino de apetito sexual que se acrecentaba a cada minuto. El más ligero roce, un escalofrío. No se preguntó qué le estaba pasando, solo se dejó llevar. (…) |