Un perfecto milagro de Mimi Romanz
Instintivamente, Mariano llevó su mano al pecho; aún podía sentir la de ella como una caricia sobre su corazón cuando pronunció esas palabras. Dolía no tenerla a su lado, ver cómo su padre también se perdía en la nostalgia que el recuerdo, sin piedad, marcaba en su cuerpo. Sí, él también se estaba apagando, pero no lo dejaría ir, no así, no dejándose vencer. Su vida había cambiado desde ese instante.
|