La ciudad y la montaña nevada serán los escenarios donde se enmarquen las dos partes claramente diferenciadas en las que se divide la novela. La primera, un amor obsesivo, su torbellino de sensaciones desquiciadas y la ceguera que nos hace ver el mundo como un gran vacío insoportable cuando no lo tenemos. La segunda, su superación, el gran cambio que experimenta nuestra mente y el mundo todo, solo con poner entre nosotros y ese círculo vicioso una mínima distancia y de cómo todo ello puede ser provocado por un encuentro inesperado, una favorable tirada en la rueda de la fortuna. Los inicios de la primera parte me entusiasmaron y ya estaba tomando referencias de otros libros suyos y lamentando la muerte prematura del autor -curiosamente en un accidente- cuando la cosa fue templándose más y más hasta que la llegada de los protagonistas a la nieve terminó por congelar mi entusiasmo hasta hacerlo desaparecer por completo. Personajes prometedores que no alcanzan los niveles a los que apuntaban, otros que aparecen y desvían la atención del lector sin que se sepa muy bien qué función cumplen, una pizquita de inocencia y hasta de simpleza en ocasiones y una sensación de fracaso a la hora de rematar una novela de un inicio francamente prometedor (he leído que en sus diarios cuenta la perdida de una parte importante del borrador de la novela y la insatisfacción que le producía la forma en la que la iba reconstruyendo). + Leer más |