Melocotón loco de Megan Maxwell
Deambulando, se toparon con un puesto de imanes, y Rodrigo compró uno para la nevera en forma de melocotón y se lo regaló. —¿Y esto? —preguntó Ana animadamente. —A eso hueles tú. A melocotón. Satisfecha, cogió el objeto y le dio a él un beso en la mejilla para agradecérselo. Rodrigo, alegre, acercó la boca al oído de ella y susurró: —Eres mi melocotón loco; suave por fuera y loco e imprevisible por dentro. |