Creo en una cosa llamada amor de Maurene Goo
Esta es la cuestión: un beso es lo máximo, lo entiendo. En los dramas coreanos se tardan mil millones de capítulos para llegar a él, y luego se repite una y otra vez desde cincuenta ángulos diferentes. Y el beso es tan puro y discreto que casi es cómico en comparación a lo que la audiencia típica de Occidente está acostumbrada: Besos con la boca abierta, acompañados de respiración pesada y manos. Pero los dramas entienden también la importancia de la dulzura del momento. Y toda la anticipación del cortejo. En toda esa cantidad de episodios se construye una tensión tan tirante que cuando los labios se encuentran, ya estas muriendo.
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