Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
Pero soy un árbol destrozado por el rayo; la centella me ha llegado hasta el alma, y por entonces tenía la sensación de que si sobrevivía, sería para quedar en lo que pronto seré: un espectáculo miserable de humanidad aniquilada, lastimoso para los demás y aborrecible para mí mismo.
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