La filosofía en el tocador de Marqués de Sade
En realidad, prefiero las mujeres y sólo me entrego a esos gustos raros cuando un hombre amable me apremia. En tales casos no hay nada que no haga. Lejos de mí ese ridículo orgullo que hace creer a nuestros jóvenes mequetrefes que hay que contestar con bastonazos a tales proposiciones. ¿Acaso es el hombre dueño de sus gustos?
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