La casa de los niños de Mario Escobar
Todos intentamos evitar el silencio y la soledad, no deseamos reencontrarnos con nuestras conciencias. Somos como puras máquinas que no deben detenerse, partes de un engranaje que debe funcionar a la perfección. No hay principio ni fin, cada día se repite de manera casi exacta.
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