La casa de los niños de Mario Escobar
(...) desde el mismo momento en que damos a luz, un lazo irrompible nos une a nuestros hijos para siempre. Sufrimos cuando ellos lo hacen, nos duelen sus sufrimientos y nos atemorizan sus fracasos, disfrutamos de sus triunfos y no logramos distinguir dónde terminamos nosotras y empiezan ellos.
|