La casa de los niños de Mario Escobar
Sin esperanza el ser humano no puede vivir, es el combustible que hace que nos levantemos cada mañana y nos arriesguemos a salir a la calle. Tenemos esperanza de que no nos sucederá nada, que nuestros seres queridos volverán a casa sanos y salvos al final del día. Por eso a la vida hay que concebirla como un camino de fe y esperanza; la utopía parece siempre lejana y jamás llegará si no empezamos por cambiarnos a nosotros mismos. Cuando dejamos de mirar aquello que nos mantiene a flote, nos hundimos, nos invade el vacío y el pesimismo. Muchos creen que la felicidad consiste en conseguir logros, acumular bienes o en el placer, pero la verdadera felicidad se encuentra en la paz interior que te proporciona saber que tu vida tiene un propósito y que al cumplir esa misión el mundo se convertirá en un lugar mejor.
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