La casa de los niños de Mario Escobar
(...) el sentido de la vida no se encontraba en los pensamientos, tampoco en las largas reflexiones ni en la razón pura. El sentido de la vida estaba en la mirada de aquella niña y en su súplica, entonces me desperté y vi las cosas como realmente eran. Jamás volví a ser el mismo.
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