La tregua de Mario Benedetti
... me recibió alegremente, sin inhibiciones, otra vez con un beso. Comimos. Hablamos. Reímos. Hicimos el amor. Todo estuvo tan bien, que no vale la pena escribirlo. Estoy rezando: Que dure, y para presionar a Dios voy a tocar madera sin patas.
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