La nación de las bestias. Leyenda de fuego y plomo de Mariana Palova
Aceptar que habías muerto era lo mismo que aceptar que yo también lo estaba, aun cuando pudiese respirar, aun cuando pudiese moverme, escuchar o hablar. Porque sin ti era como poder hacer todas esas cosas sin estar vivo; sin sentir nada.
|