Las hijas del Capitán de María Dueñas
Incertidumbre y angustia, inseguridad, vacilación. Ellas lo ignoraban, pero todas aquellas sensaciones eran a menudo la patria común de los trasterrados, los grandes desasosiegos que atravesaban el alma de casi todos los que habían abandonado su mundo en pos de otro mejor. Una vez desarraigados, trasladados y reubicados, siempre había una decisión de futuro más grande o más chica que tomar. [...] en todas partes siempre había un instante en el que por fuerza había que decir a algo sí o no. En algunas ocasiones la suerte se dejaba al azar, en muchas otras la decisión era seriamente sopesada. A menudo las disyuntivas se resolvían de manera conjunta y había momentos en los que la tiranía se imponía de forma arbitraria sobre un colectivo, una pareja, un clan. Unas veces se acertaba; en otras, la alternativa elegida acababa siendo una monumental equivocación. Pero de un modo u otro había que dar el paso, no se podía huir de él. |