El árbol de la nuez moscada de Margery Sharp
Julia miró a su hija con interés. El hielo se había derretido: Susan estaba resplandeciente. "¡Qué guapa es!", pensó, y le pareció maravilloso que algo tan nimio pudiera causar un efecto tan formidable. Aunque, sin duda, para una jovencita como Susan aquella aventura habría sido a la vez romántica y en extremo singular, lo suficiente para enamorarse de cualquiera. Y el joven era además atractivo. Ese tipo de hombres solían serlo, caviló Julia sin miramientos.
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