A la sombra de las muchachas en flor de Marcel Proust
Me sentía consternado, empequeñecido; y mi mente, como un fluido que no tiene más dimensiones que las del recipiente que le proporcionan, de igual modo que antes se había dilatado hasta llenar las capacidades inmensas del genio, contraída ahora, cabía entero en la estrecha mediocridad en que de pronto M. de Norpois la había encerrado y restringido.
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