Bomarzo de Manuel Mujica Lainez
Lo más vergonzoso que voy exponiendo como una materia vergonzosa y vil, es que yo los hubiera querido, yo los hubiera adorado a Maerbale y Girolamo, como adore a mi abuela. Hubiera adorado al cardenal y al condottiero. Los necesitaba; los necesitaba terriblemente, como necesitaba de los osos invisibles que me protegían en Bomarzo durante mis caminatas nocturnas. Pero me rechazaron, me humillaron. Y el resentimiento creció dentro de mí como una planta negra nutrida con hiel. Gerolamo Cardano apunta en sus páginas "De Subtilitate", que los jorobados son los más viciosos de los hombres, porque el error de la naturaleza envuelve su corazón. No es cierto. A mí me atacaron y me defendí. Me odiaron y odié. Pero ansié delirantemente, hasta las lágrimas, que me amaran.
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