Prado Negro de Manuel García
SUEÑO DEL ESCORPIÓN Un escorpión en medio de un círculo de fuego se abrasaba (y un hombre reía) y en el centro tenía el cuerpo abierto. En medio de la carne dañada, puso un beso el aguijón, qué dulce placer, qué hiriente trueno de dolor, qué alegría de veneno crujiendo. La carne, acostumbrada a hervir en el incendio, se refrescó y quedara sucia ceniza negra o del placer secreto o de la fruta ajena que se pudrió por dentro. Y yo no sé quién soy: si el aguijón, si el hombre, si el veneno o el fuego. |