The Raven Boys: La profecía del cuervo de Maggie Stiefvater
Lo cierto era que Adam llevaba mucho tiempo haciendo sacrificios, y tenía muy claro cuál era el más difícil. O a su manera, o nada. No tenía miedo. Ser Adam Parrish era complicado. Ser aquella maravilla de músculos y órganos, conexiones sinápticas y terminaciones nerviosas: un milagro de resortes y engranajes. Ser Adam Parrish era sobrevivir. Sin embargo, lo que él consideraba más importante se resumía en una idea: la libertad para decidir, para ser dueño y señor de sí mismo. En el fondo, eso era lo que contaba. Lo que había contado desde el principio. Lo que significaba ser Adam. |