A la frívola pregunta de si el infierno existe, Magda Hollander-Lafon (Záhony, Hungría, 1927) responde que sí, porque estuvo. Pero a diferencia de las supuestas almas condenadas entre las llamas de las creencias religiosas, ella volvió de entre las reales: las de los hornos crematorios de los campos de la muerte
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