Madeleine Bonpassant
-¡Ja ja ja ja! -rió- Siempre te encuentro metida en algún lío. Me gustaría que un día no tuviera que salvarte. -No te rías, quizás algún día tenga que salvarte yo. Me miró a los ojos pensativo y me pareció que mi frase tomaba un nuevo sentido para él. Un sentido que lo entristeció un poco y enseguida quiso cambiar de conversación. -Tengo que dar una misa, señorita. Te aconsejo que salgas por el coro. No encontrarás mucha gente, da la vuelta por la calle de arriba y podrás llegar a tu casa. Ah, y si te pasas esta tarde por la mía te daré unos melocotones nuevos de mi huerto. |