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Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
Además, el hombre es muy poca cosa, tiene muy poco tiempo y fuerzas para pensar; aun el raro hombre que pudo dedicar alguna holgura para pensar y que llamamos sabio y genio, está abrumado de enredos menudos o grandes que exigen aun al más favorecido de ocio un 30% de sus fuerzas musculares y atencionales, además de paciencias agotadoras para el sufrimiento. Por esto "sabios" y "genios" son una condescendencia de comparación con los muy musculares, que en parte no están obligados al saber [...]
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