Desencuentros de Luis Sepúlveda
"Era la casa. Y, entre ella y yo, el tiempo y algo más. El color amarillo desteñido del muro, el verde agresivo y cuartelero de la puerta, y la rígida mano de bronce empuñando una esfera eran manchas vergonzosas en la estética de los otros pórticos fotografiados, pero aquella fealdad intencionada me trasladó hasta un aroma de baldosas lavadas que ya casi no habitaba mi memoria, porque la alquimia de la felicidad depende de la justa mezcla de los olvidos." ('Una casa en Santiago'. Págs.55-56).
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