Ana, la de Álamos Ventosos de Lucy Maud Montgomery
—Espero que nadie se levante y dé un motivo por el cual no deberían casarse. Eso pasó en la boda de Tillie Hatfield. —Gordon no va a tener tanta suerte —rio el padrino, amigo del novio. La tía Felina le dirigió una mirada pétrea de color marrón. —Jovencito, el matrimonio no es precisamente una broma. —Puede apostar a que no lo es —replicó él sin amilanarse—. Hola Nora, ¿cuándo vamos a tener la oportunidad de bailar en tu boda? Nora no respondió con palabras. Se acercó al muchacho y le abofeteó deliberadamente, primero en una mejilla, y luego en la otra. Las bofetadas no fueron de broma. Después, subió las escaleras sin mirar atrás. —Esa chica —declaró la tía Felina— está demasiado estresada. |