El misterio Bartlett de Louis Tracy
A menos que el tiempo fuera absolutamente nefasto, la joven daba el paseo todos los días, pues se deleitaba con los siempre cambiantes tonos de los árboles, la música de los pájaros cantores y los juegos de las ardillas en el parque, mientras que la amplia carretera del río, que conducía a tierras encantadas que ella apenas imaginaba, le traía vagos sueños de un futuro delicioso donde el trabajo diario no la reclamaría y podría sentirse como esas otras muchachas del mundo para quienes la existencia parecía algo tan feliz.
|