Tentación al anochecer de Lisa Kleypas
(…) No por primera vez, Leo pensó lo injusto que era que un hombre pudiera permitirse una vida disoluta y una mujer no. Por ejemplo, todo aquel asunto de los modales… Había visto cómo sus hermanas se esforzaban por recordar centenares de aquellas estúpidas reglas de etiqueta que se esperaba que acataran en sociedad. Sin embargo, en lo que a Leo concernía, su único interés por las reglas consistía en romperlas y regocijarse en cómo él, un hombre con título nobiliario, siempre era disculpado casi por cualquier cosa. Las damas que asistían a una cena eran criticadas a sus espaldas si usaban el tenedor incorrecto con el plato de pescado, y sin embargo un hombre podía beber en exceso o hacer algún comentario soez y todo el mundo fingía no darse cuenta. |