Seducción al amanecer de Lisa Kleypas
«Tu corazón es mío —pensó él irracionalmente—. Me pertenece». Y aunque no había pronunciado las palabras, de alguna manera pareció que Win las había oído. Sus ojos se agrandaron, se oscurecieron y un rubor carmesí, nacido de una fuerte emoción, le cubrió el rostro. Y allí mismo, en presencia de sus dos hermanos mayores, ella inclinó la cabeza y apretó la mejilla contra la mano de Merripen. |