Sombra y hueso de Leigh Bardugo
Los sirvientes los llamaban malenchki, pequeños fantasmas, porque eran los más jóvenes e insignificantes, y porque con ellos parecía que la casa del Duque estuviera encantada, llena de espíritus que se reían, mientras entraban y salían de las habitaciones a toda velocidad, o cuando se escondían en las despensas para escuchar a escondidas, o si se colaban en la cocina para robar los últimos melocotones del verano.
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