Reino de ladrones de Leigh Bardugo
—Sin llantos — respondió Nina, sombría. Sin llantos, sin funerales. Una forma de desear buena suerte. Pero era algo más. Un macabro guiño al hecho de que no habría caros entierros para la gente como ellos, ninguna lápida de mármol para recordar sus nombres, ninguna corona de mirto y rosas. |