Tres pequeñas mentiras de Laura Marshall
Todos juzgamos constantemente a los demás. Juzgamos a la muchacha que fue lo suficientemente estúpida como para regresar caminando a casa con una minifalda; juzgamos a la chica que se emborrachó y se metió en la cama con un desconocido y que luego cambió de opinión; y juzgamos a la chica que besó a un futbolista famoso que le dobla la edad y se quejó cuando este le metió la mano en las bragas. Lo hacemos como si los hombres en cuestión no tuvieran nada que ver en el asunto, como si no tuvieran elección, ni control sobre sus actos ni responsabilidad alguna.
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