Flores en la tormenta de Laura Kinsale
Podrían vivir todos en Jervaulx con él: ella, su padre y el heredero. Y Christian, para su perplejidad, pensó que así todo estaría bien. Que aquella vida sería suficiente para él. Distinta, completamente distinta, de lo que él había imaginado; una existencia a medias, porque de él solo quedaba la mitad, pero la mejor que podía imaginar en aquel momento.
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