Las Hijas de Tara de Laura Gallego
Y los mercenarios eran una mina. Para ser los mejores necesitaban volverse más rápidos, más ágiles y más fuertes que nadie. Esto se podía conseguir mediante implantes subcutáneos, chips y circuitos que mejoraban los reflejos, potenciaban la musculatura… (…) Los médicos de las clínicas negras, que sabían tanto de fisiología como de robótica, podían convertir a un ser humano en una auténtica máquina de matar.
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