Patas de rama de Lara Carrión Borgoñós
Felisa escribía porque ansiaba instantes -aun ínfimos- de una intimidad dulce y suprema, y si en algún descuido la realidad se colaba a través del hueco bajo su puerta, si el espejismo se doblaba y hacía tambalear su barca, caía por un precipicio oscuro y afilado -un húmedo y frío pozo que nunca acababa -más allá de la corteza terrestre y de los solitarios peces abisales a los que nadie nunca preguntó si querían salir a jugar al patio.
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