El soñador desconocido de Laini Taylor
(…) Ruby parecía genuinamente sorprendida, ahí de pie, secada al fuego y hermosa, desnuda y segura de sí misma, y azul. Azul como el ópalo, azul claro. Azul como las flores de aciano o las alas de las libélulas, o como un cielo en primavera, no de verano. Como todos ellos.
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