Mientras esperas de Laia Sinclair
No sé qué extraña influencia tiene Kaden sobre mí, que cada vez que estoy con él, tengo que esforzarme por no abrirle mi corazón. Es como si una mano invisible me empujara hacia él de forma inexorable, y una voz desconocida me insistiera en que le hablara de todo. Pero nunca lo he hecho. Jamás me he permitido la debilidad de hablar de mi pasado, de todo el dolor que arrastro conmigo: el abandono de aquella mujer a la que nunca nombro y en la que nunca pienso, la crueldad de la gente, la putrefacción del barrio en el que vivía, de la muerte de mi padre y de los interminables años que pasé yendo de casa de acogida en casa de acogida. Siempre fui una niña introvertida, poco dada a hacer amigos; la única persona en la que he confiado totalmente fue mi padre, y perderlo supuso un shock tan grande, que supongo que nunca me he querido volver a arriesgar. Hasta que conocí a Kaden.
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