El maravilloso Mago de Oz de L. Frank Baum
Dorothy nada dijo, porque estaba perpleja, sin saber cuál de sus amigos tenía razón, y decidió que si tan solo pudiese volver a Kansas y con tía Em, no importaba mucho que el leñador no tuviese sesos y el Espantapájaros no tuviese corazón, o que cada cual consiguiese lo que quería.
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