Compasión por el diablo: 52 de Kent Anderson
¿Alguna vez has pensado en el diablo?, porque yo sí. ¿En lo duro que es su oficio? Él lo hace todo y Dios se limita a quedarse ahí sentado y se lleva el mérito. El diablo tiene que saltar de aquí para allá, amenazar y burlarse - y pegó un salto frotándose las manos, estrujándose las manos ensangrentadas como si fueran garras, sacó la lengua y estiró la cabeza de un lado y de otro-, como un puto gilipollas, porque es lo que le ha tocado. Tiene que salir ahí cada día e infligir dolor. Inflingir dolor para ese payaso hipócrita de Dios. Y todo el mundo lo odia por eso.
|