El caballo ciego de Kay Boyle
O bajar allí con decisión, pensó, y no dejarse avasallar por ninguno de ellos, el artista sin dinero, sin suerte, pero que pinta a solas, que sigue experimentando a solas con el estilo, el tema, el tratamiento, que trabaja solo y se hace un nombre que la gente oye en exposiciones y museos de la ciudad, que busca en catálogos y revistas, de modo que incluso una esposa o incluso el ayudante del veterinario tendrían que escucharlo.
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