El legado de las diosas de Kateřina Tučková
"No te vayas", pensó entonces que había dicho Surmena. Aquel cambio repentino la paralizó, no se le habría pasado por la cabeza irse a ningún sitio. Pero quién sabía, quizá no fuera solo el estado de Surmena lo que había cambiado, quizá fuera cosa suya. Dora se había adentrado en un sueño, un delirio místico en el que se aproximaban la una a la otra para poder contarse lo que hoy constaba escrito con letra torpe y nerviosa, todavía marcada por la rabia, en su diario. Quién sabe.
|